Al comienzo de la pandemia todo eran aplausos. Han sido llamados héroes por cumplir con su trabajo con eficacia y buen hacer, y como a los héroes de Marvel, se les ha supuesto invencibles e incansables sin considerarles su condición humana.
Se contrató a algunos más, que siguen siendo necesarios para poner al día la maltrecha sanidad pública tan alejada del pleno rendimiento que sería deseable: no es por culpa de los sanitarios, pero las listas de espera han crecido y la atención primaria está a niveles muy bajos.
Ahora quieren despedir a 8.000, que ya no son héroes, que han recuperado su condición humana en los sistemas capitalistas, como mercancía de usar y tirar.
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